La mayoría de gente toma (demasiado) café. En este post explico mis motivos para no consumirlo nunca.
Por todos lados oyes beneficios sobre el café. Tiene antioxidantes, aumenta la concentración, mejora el rendimiento deportivo, ayuda a adelgazar…
Estamos de acuerdo en que es saludable. También tiene un sabor fantástico, incluso sin azúcar. ¿El problema? Que también tiene inconvenientes. Espero que este artículo te haga pensar y quizá cambie tu manera de actuar.
Para entenderlos, primero hay que analizar los motivos por los que la mayoría de personas lo consumen. Principalmente dos:
- Hábito: “Yo sin mi café de por la mañana no soy nadie”
- Mitigar los efectos de la falta de sueño: “Estoy que me caigo de sueño, voy a tomarme un café a ver si se me pasa”.
Por qué no quiero tener el hábito
En realidad, tomar café regularmente no es un hábito: es una adicción. Sí, todo el mundo la toma pero como decía Mark twain:
Cuando te encuentres en el lado de la mayoría, es momento de pararse y reflexionar
Aunque esté socialmente aceptada, la cafeína es una droga. Como tal, produce dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia.
La dependencia implica que vas a pasar de pensar en el café como algo agradable que te gusta consumir a algo que necesitas para estar bien. Mientras que al principio aumenta tu productividad, ayudando a concentrarte, ahora necesitas tomarlo para ser capaz de hacerlo.
Por otro lado, la tolerancia significa que cada vez necesitas más café para producir el mismo efecto. Cuando antes bastaba con una taza para sentirte enérgico, ahora necesitas dos para sentirte igual.
Por último, el síndrome de abstinencia. Si tomas varias tazas de café al día, y un día no lo haces, vas a notarlo. Dolores de cabeza, dificultad para concentrarse u otros efectos son posibles. Es lo que pasa con cualquier droga cuando acostumbras a tu cuerpo a ella y luego suprimes su consumo.
Por supuesto, esto no significa que por tomar café de vez en cuando vayas a desarrollar una adicción. Igual que por tomar una cerveza no vas a convertirte en alcohólico, no por tomar un café vas a volverte dependiente.
Aun así… el riesgo es alto. Aunque sea posible prevenirla, viendo que existe esa posibilidad, no merece la pena.
No quiero depender de una sustancia por inocua que parezca.
Si dudas si tú estás adicto o no, es tan simple como estar una semana sin tomar nada de café te permitirá saberlo.
Quitar el sueño
Es indiscutible: si estás cansado, la cafeína va a darte más energía.
Cuando estás cansado, emites adenosina, que tu cerebro monitoriza. La cafeína impide que este neurotransmisor llegue a su destino, «bloqueando» el paso e impidiendo que notes la sensación de cansancio.
Sin embargo, hay varios problemas con esto.
Primero, el efecto es solo temporal. Mientras la cafeína bloquea estos neurotransmisores, te sientes bien y con energía. Pero poco a poco se van acumulando y cuando se pasa el efecto, entran todos de golpe haciéndote sentir aún más cansado que antes, produciéndose un bajón. Si encima tomas azúcar con el café, este descenso de energía es aún más pronunciado.
Es entonces cuando tenderás a tomarte… ¡otro café! Así comenzará otra vez el ciclo.
Segundo, está demostrado que la cafeína interviene en el sueño. Con alta tolerancia, es posible que no lo notes demasiado, pero existe el efecto y este es real.
¡Qué paradoja! Tomar café para quitar el sueño provoca que duermas peor y tengas más sueño al día siguiente.
Pero esto no es lo peor. El último problema, y que creo que es más importante, es que tomar café para suprimir el cansancio elimina el síntoma, no la causa.
Si estás cansado porque has estado comiendo porquerías, lo que hay que hacer es dejar de tomarlas. Si estás cansado porque no haces deporte nunca, la solución no es tomar café.
En mi caso, lo más habitual es que esté cansado porque no he dormido suficiente. Si tomo café y elimino temporalmente el problema, cuando llegue la hora de dormir puedo engañarme a mi mismo diciendo que no estoy tan cansado y que me puedo ir a dormir más tarde.
En cambio, si he estado todo el día arrastrándome sin energía, me apetecerá irme a dormir cuando toca.
Mente calmada
Por último, quiero mencionar el aspecto más subjetivo por el que evito el café. Me impide tener una mente relajada y en paz, lo que proponían los estoicos.
Cuando medito por la mañana, logro un estado de relajación que se prolonga al menos una hora. Es difícil de describir. No hay tanto “ruido” en mi cerebro. El café anularía este estado. Al fin y al cabo, es un estimulante.
Acepto que quizás sea porque no estoy acostumbrado, pero en las escasas ocasiones que lo tomo me cuesta más mantener la paz interior. Mi ritmo de pensamiento se acelera, creando a veces ligera ansiedad.
Si puedo evitar esto, ¿por qué no hacerlo?
¿No se pueden hacer excepciones?
El azúcar, la comida basura, ver la televisión. Intento evitar este tipo de cosas, pero por hacerlas de vez en cuando no pasa nada. ¿No es lo mismo con el café?
Quizá, pero prefiero no arriesgarme a cambiar mi identidad. Me veo a mi mismo como una persona que no toma café, y por tanto apenas me cuesta esfuerzo rechazarlo cuando se presenta la ocasión.
Como nunca lo he tomado habitualmente, no siento la necesidad. Cada 3-4 meses tomo un café y ya está.
También podría ser interesante el café antes de hacer deporte, porque potencia el rendimiento deportivo. Pero en mi caso me pone demasiado acelerado y no me permite concentrarme.
Conclusión
Como ya he dicho esta es mi opinión personal, diferente a la de la mayoría. Espero que te haga plantearte tu consumo de café (si lo tomas).
Como todas las opiniones, no es definitiva. Quizá cambie en unos meses o en 10 años.