Cuando era niño, algunos de mis amigos tenían un diario. Yo lo veía como algo extraño. ¿Por qué apuntar lo que te pasa cada día?
Cuál fue mi sorpresa cuando crecí y me di cuenta de que había personas adultas que también tenían un diario. ¡Qué raro! ¿Para que servía?
Incluso los estoicos recomendaban esta práctica.
Séneca recomendaba el momento antes de ir a dormir. Cuando la oscuridad había caído y su mujer se había ido a dormir, explicaba a un amigo: «examino mi día y recuerdo lo que he hecho y dicho, sin ocultarme nada«. Después se iba a dormir, encontrando que «el sueño que sigue a la auto-examinación» era particularmente dulce.
Hasta que lo probé no me di cuenta de que era una práctica mágica. Sus beneficios son amplios y a veces inesperados.
Las razones
La gran razón principal por lo que hacerlo es porque te obliga a pensar. Escribir tiene ese curioso efecto. En el proceso de plasmar tus pensamientos en el papel, empiezas a divagar y se te van ocurriendo nuevas ideas que de otra manera no se habrían ocurrido.
También es una oportunidad fantástica para reflexionar, como ya sabían los estoicos. Al escribir, puedes ver con más claridad tus pensamientos. Puedes analizar si la manera en la que estás pasando tus días es la correcta, o si pasas demasiado tiempo haciendo actividades que no te aportan nada.
Ganas consciencia de tus actos y de tus días, y eso es siempre el mejor paso para mejorarlos. ¿Qué hiciste bien? ¿Qué hiciste mal? Sin una idea de lo que estás haciendo no puedes tomar medidas para mejorarlo.
Por ejemplo, te puedes dar cuenta de que los días que haces deporte estás con más energía y ánimo, y eso te ayuda la próxima vez que quieras saltarte un entrenamiento. O darte cuenta de que perdiste la calma por una minucia y eso te hizo estar de mal humor todo el día.
Por último, resulta útil tener un registro de tus días para revisarlo en el futuro. Cada cierto tiempo es interesante mirar lo que estabas haciendo meses o años atrás. Incluso te das cuenta de que cosas que te preocupaban muchísimo en su día ahora no son más que recuerdos sin importancia.
Cómo hacerlo
Hay diferentes maneras de hacerlo, y creo que lo mejor es probar hasta encontrar la que más nos convenga. No hay una manera “correcta” de hacerlo.
Personalmente, empecé escribiendo esporádicamente cuando quería registrar un evento importante o forzarme a reflexionar sobre algún tema en concreto. Sin embargo, últimamente estoy escribiendo diariamente por la noche lo que he hecho cada día.
Es probable que en el futuro cambie otra vez. Lo importante es hacerlo de vez en cuando para poder obtener sus beneficios.
Conclusiones
Como tantas otras cosas que propongo en este blog, escribir un diario es un acto de fe. Si nunca lo has practicado puede parecer que es algo inútil o poco práctico.
No es hasta que llevas un tiempo haciéndolo cuando empiezas a apreciar sus beneficios y a echarlo de menos si pasas mucho tiempo sin hacerlo.
Así que… ¿a qué esperas?