Si le preguntas a cualquier persona, te dirá que la disciplina es dura. Yo también lo creo pero es interesante la perspectiva de Jocko Willink.
Es un SEAL retirado que ahora se dedica a compartir su filosofía con el mundo.
Su manera de pensar es bastante peculiar porque todo se basa en una disciplina de hierro. Se levanta a las 4 de la mañana todos los días (incluso los fines de semana), entrena cada día y cuida su alimentación al milímetro. Parece complicado llegar a ese nivel de disciplina pero estoy seguro que gracias a su manera de pensar no le cuesta demasiado.
Aunque no comparto del todo esta idea de que la disciplina lo es todo, pues creo que hay otros aspectos que son más de importantes (los sistemas por ejemplo), sí que creo que podemos aprender de ella.
La idea clave de su filosofía es que la disciplina es igual a libertad.
Sí, tal y como suena.
Al mencionar la palabra disciplina, evocamos dolor y sufrimiento. Esforzarse un montón para conseguir algo que queremos, hacer sacrificios. Parece que la disciplina limita lo que puedes hacer, quitándote libertad.
Quieres ir un día a tomar unas cervezas pero no puedes porque tienes que entrenar.
Quieres comprarte un nuevo iPhone pero no puedes porque tienes que ahorrar.
Quieres ver una serie en Netflix pero no puedes porque estás trabajando en tu proyecto.
Visto así, la disciplina es complicada. Pero hay otra manera de verlo, y se reduce al eterno dilema entre lo que quieres y lo que te apetece.
Nuestro cerebro Paleolítico quiere hacer una serie de cosas por cómo está programado. Comer porquerías. No moverse. No esforzarse.
Sin embargo, tu cerebro racional quiere hacer otras cosas. Ponerse en forma. Comer bien. Trabajar en algo interesante. Dormir suficientes horas. Ahorrar para la libertad financiera.
La disciplina te da libertad porque te permite evitar lo que te apetece por lo que quieres.
¿Acaso no es eso libertad?