«Cuanto más silencioso eres, más eres capaz de escuchar.»
Rumi
Saber escuchar es una actividad escasa en el mundo actual. Puedo contar con los dedos de una mano las personas que conozco que considero buenos oyentes. Pero no debería ser así.
Escuchar es una actividad mágica. Para que empieces a comprender su importancia, déjame contarte una historia.
La historia de la naranja
Mi tío era profesor. Cada año tenía una nueva clase de alumnos y a todos les hacía el mismo ejercicio.
Elegía a dos personas y las ponía a los dos lados de una mesa. En medio ponía una naranja. Después a cada uno le daba un papelito.
En el primer papelito ponía: “Necesitas la cáscara de esta naranja para salvar tu vida”.
En el otro papelito ponía: “Necesitas el jugo de esta naranja para salvar tu vida”.
¿Qué crees que sucedía? Lo lógico sería que cada uno se llevara su parte y acabaran la negociación en 30 segundos. Pero nunca ocurría eso.
En cuanto se sentaban a hablar, empezaba la discusión. Cada uno daba razones al otro por las que debería ser él el que se llevara la naranja.
¡Incluso acababan gritándose!
Lo mejor de todo era cuando acababa el experimento. Mi tío les pedía que pararan de hablar y que leyeran su papelito en voz alta. Toda la clase acaba sorprendida.
Si tan solo se hubieran parado a preguntar al otro “¿qué es lo que quieres?”, y escuchado su respuesta, la conversación habría acabado instantáneamente.
Me encanta esta historia porque me recuerda la importancia de escuchar. En este caso, se refiere a una negociación, y la vida está llena de negociaciones.
Negociamos continuamente, para conseguir lo que queremos. Dónde ir a comer con nuestros amigos, dónde pasar las vacaciones en familia, cuándo limpiar la casa cuando compartimos piso…
Saber escuchar es vital en estos casos. Lo más importante es averiguar qué es lo que la otra parte quiere, y para ello escuchar es el único modo.
Pero ser mejor negociador no es, ni de lejos el único ni mayor beneficio de saber escuchar. Hay muchos más.
Beneficios de escuchar
Cuando más se nota estar ante un buen oyente es en una conversación en un grupo pequeño, de 3 o 4 personas como mucho. Piénsalo. Quizás haya tenido la suerte de experimentarlo alguna vez.
Estar hablando y sentir que la otra persona te está escuchando con su plena atención, oyendo cada una de tus palabras. Las raras veces que yo lo he experimentado ha sido una sensación única.
“Escuchar bien, es tan poderoso como método de influencia como lo es hablar bien, y es esencial en toda conversación verdadera”.
Proverbio chino.
Durante breves instantes, te sientes la persona más importante del mundo.
Compara esto con lo que hacemos la mayoría. Estar “escuchando” pero esperando la oportunidad de decir lo que queremos decir. Contar nuestra historia, nuestra experiencia, nuestra opinión.
Como estamos acostumbrados, no nos parece raro. Pero cuando todos los participantes de la conversación están escuchando plenamente hay un ambiente diferente y en general la sensación es distinta.
Sí, resulta que ser buen oyente hará que las personas de tu entorno te aprecien mucho más. Pensamos que para ser apreciados tenemos que ser los más “populares”. Contar la mejor historia, ser el que hace todos los chistes, compartir nuestras increíbles experiencias.
Pero nos olvidamos de la naturaleza humana. Nada le gusta más a otra persona que sentirse importante. Y no hay nada que nos haga sentirnos más especiales que sentirnos escuchados. Y esta es una habilidad escasa.
Por último, escuchar te permite aprender. Es un hecho. Si estás hablando, no puedes aprender. Y si estás “escuchando” mientras esperas impaciente a que el otro acabe, no puedes dejar que lo que está diciendo te llegue con claridad.
Conclusiones
«Un tonto es conocido por su discurso; y un hombre sabio por su silencio.»
Pitágoras
«Mantén tu silencio todo lo que puedas, y habla solo cuando debas, y sé breve.»
Epicteto.
Escuchar es una habilidad como cualquier otra. Puedes mejorarla. Si ya eres consciente de su importancia, lo mejor es hacer el siguiente ejercicio.
La próxima vez que estés en una conversación, analiza tus pensamientos. ¿Estás escuchando? ¿Estás dedicando tu plena atención a lo que dice la otra persona?
O por el contrario, ¿estás esperando el mejor momento para intervenir y contar tu experiencia, tu opinión, tu historia?
Poco a poco, hay que ir trabajando en darse cuenta de estos pequeños detalles.
Hazlo y notarás la diferencia. Te parecerá que tus conversaciones toman una nueva forma.