Como humanos, queremos evitar el esfuerzo a toda costa. Está en nuestro genes. Pero hay un problema: el esfuerzo es inevitable.
Esta idea, que puede sonar extraña, es cierta. Puedes hacer dos cosas:
- Esforzarte en lo que quieres. Es lo que pretendemos todos, por supuesto. Hacer las cosas cuando tenemos que hacerlas, y a cambio conseguir los resultados esperados.
- Esforzarte en combatir las consecuencias de no haberlo hecho antes. Si no te esfuerzas en el presente, vas a tener que esforzarte en un futuro a corto, medio o largo plazo. Tendrás que afrontar esas consecuencias.
La segunda opción es la que escoge la mayoría. Es lo normal. Estamos diseñados para pensar sobre todo a corto plazo, y muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que estamos posponiendo lo inevitable. ¿Por qué esforzarse en el presente por una recompensa borrosa o inexistente si puedes no hacer nada y no habrá consecuencias?
Como quizás esta idea suene extraña, aquí te dejo algunos ejemplos.
Salud
Es un tema que me encanta. Todos sabemos, en nuestro interior, que tenemos que cuidarnos un poco más. Ya sea hacer ejercicio, comer más sano, dormir mejor o movernos más, somos conscientes de ello. El problema es… que cuesta. Es más fácil seguir haciendo lo de siempre, comer comida precocinada y quedarse viendo la tele hasta las tantas.
Pero… la otra cara de la moneda es que tendrás que esforzarte en sobrellevar los efectos en tu cuerpo. Tendrás que luchar contra la niebla mental, perder el tiempo con las visitas al hospital por tu mala salud, combatir tu baja energía y, en definitiva, “cargar” con un cuerpo al que no cuidas. Sin contar las enfermedades crónicas a las que te estás exponiendo a largo plazo. Diabetes, obesidad, hipertensión, ataques al corazón…
Por supuesto, no es tan fácil tener esto en cuenta. Nada va a ser repentino. Será tan sutil que no te darás cuenta, y el esfuerzo que tendrás que hacer también lo será.
Relaciones sociales
Está demostrado que las relaciones sociales son un punto clave para nuestra felicidad. Como todo lo que merece la pena, conllevan hacer un esfuerzo. Hay que esforzarse para encontrar tiempo para quedar, para tener conversaciones difíciles o mantener el contacto.
La otra cara de la moneda, como todo, no es tan terrible a simple vista. Es a largo plazo y parece un riesgo muy pequeño, pues piensas que siempre vas a poder recuperarte y volver a donde estabas. Unas pocas llamadas para recuperar el contacto y ya está. Pero no es así. Cuanto más tarde te esfuerces, más esfuerzo vas a tener que hacer. Se va acumulando.
Aprender habilidades nuevas
También se aplica en este caso. Primero, aclarar que cuando digo aprender, no me refiero a lo que nos enseñan en el colegio, sino a todo aquello que aprendes por tu cuenta, por gusto o necesidad. Pueden ser idiomas, tocar un instrumento, cocinar, bailar, un curso online o leer.
El primer obstáculo es esforzarse para encontrar tiempo. El segundo es, una vez encontrado, no distraerse con otras acciones más sencillas que sabemos que no forman parte de nuestro objetivo. El esfuerzo está en la práctica, que a ser posible debe ser diaria. Y esto es complicado.
Pero más esfuerzo cuesta arrepentirse de no haber aprendido algo que queríamos por ponernos excusas y no querer meter las horas. Más esfuerzo cuesta no tener esos conocimientos que nos iban a resultar tan útiles en un futuro (el inglés en tu viaje a Australia). Más esfuerzo iba a suponer no tener las oportunidades inesperadas que podían suceder si hubieras aprendido aquello que querías aprender.
Conclusiones
Si va a llegar multiplicado, será mejor esforzarse a la primera. Así conseguimos dos cosas. Esforzarnos en algo que sabemos que nos aportará algo, y a la vez evitar más esfuerzo en el futuro. Es un win-win.
Pero por supuesto, no todo es un camino de rosas. Queremos evitar el esfuerzo en el presente a toda costa. Por eso se lo dejamos a nuestro yo del futuro. Sabemos que si hoy no hacemos esa tarea nos tocará hacerla mañana. Aunque el peor caso es con el esfuerzo que se oculta en el futuro y es invisible.
Por eso al ser conscientes de esto podemos sacar una motivación extra para hacer lo que sabemos que debemos. Si al fin y al cabo hay que esforzarse, mejor hacerlo ahora y obtener los beneficios ¿no?
Quizás esta idea te resulte dura de aceptar. ¡Qué pereza, estar esforzándose toda la vida! Mejor aplicar la ley más popular hoy en día: la ley del mínimo esfuerzo. Intentar hacer todo con el mínimo esfuerzo posible. La dieta de una semana para ponerse en forma. Las redes sociales para mantener el contacto. Comprar este coche para no tener que andar a los sitios.
Por suerte, no es tan terrible. Si lo hacemos bien, el esfuerzo es divertido. Esto choca con lo que nos venden en todos lados, que es que cuanto menos te esfuerces mejor. Esta es otra idea que trataré en otro artículo, porque es más compleja de entender. Hasta entonces, puedes investigar el concepto de flow o flujo, que tiene mucho que ver con ello.