¿Alguna vez te has preguntado cómo conseguir tus metas sin motivación, sin ganas y sin esfuerzo? Aunque suene a fantasía, es posible… con algunos matices. En este post conocerás cómo puedes aplicar los sistemas en tu día a día.
Este es el comienzo de una nueva serie llamada “Hacks de vida”. ¿Recuerdas esos videojuegos en los que podías apretar una serie de botones y de repente tenías cosas como vida infinita, mucho dinero o un tanque a tu disposición? La serie va a ser algo parecido.
Se puede resumir el post en una línea: deja de pensar en metas y piensa en sistemas.
Voy a contarte cómo se utilizan los sistemas para conseguir lo que quieras. Te recomiendo que si no lo has hecho leas el post de la semana pasada para así entender bien qué son los sistemas.
Si no te acuerdas, te refresco la memoria. “Un sistema es un conjunto ordenado de normas y procedimientos que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad”. Esta definición es válida a gran escala, en los ejemplos que puse. Sin embargo, los sistemas también regulan tu vida, el día a día.
La mayoría de tus acciones se deben a sistemas que deciden tu comportamiento. Cómo tratas a las personas a tu alrededor, tu manera de cocinar y tus métodos para ser más productivo son todo sistemas. Si prestas atención verás que son siempre acciones que repites.
Por eso son sistemas. Aunque no los crearas conscientemente están ahí. Tu lugar actual depende en gran medida de estos sistemas. Me encanta la cita
No te elevas al nivel de tus metas. Caes al nivel de tus sistemas.
¿Qué quiere decir? Significa que cuando quieres conseguir algo, tus acciones no mejoran para conseguir ese objetivo, sino que son tan malas como permitan tus sistemas. El factor limitante son los sistemas.
Podríamos compararlos con engranajes que funcionan en armonía para llevarte donde han sido diseñados. Igualmente, los sistemas cuesta crearlos pero una vez está puestos en pie apenas requieren esfuerzo para que sigan funcionando.
Lo más importante
Tienes que tener presente que los sistemas siempre van a existir. Tanto si eres consciente de ellos como si piensas que no influyen para nada en tu vida van a seguir jugando un papel importante. Por eso, lo mejor es darse cuenta de que están ahí y manipularlos a tu antojo para alinearlos con tus objetivos. Por eso tienes que diseñar sistemas que te permiten llegar a tus objetivos, y repetirlos una y otra vez.
Sin embargo ¿qué es lo que hace todo el mundo? Primero se ponen un objetivo a cumplir, el cual en la mayoría de los casos no consiguen y vuelven a su anterior manera de hacer las cosas… hasta que otro objetivo aparece y lo intentan de nuevo, esta vez menos motivados. Es mucho mejor emplear sistemas.
Esta idea la leí por primera vez en el genial libro de Scott Adams: How to fail at almost everything and still win big. En vez de tener metas, él diseña sistemas que le llevarán a su destino. Por ejemplo, su manera de hacer ejercicio.
En vez de tener como objetivo hacer deporte 5 días a la semana, perder 10 kilos o cualquier otra meta arbitraria, él tiene como sistema ir al gimnasio siempre que esté en su calendario, le apetezca o no. Después, solo tiene que hacer el calentamiento, y si le apetece puede irse. Lo que casi siempre pasa es que al hacer el calentamiento entra en calor y ya le apetece entrenar (aprovecha la fuerza de la inercia).
Podrías pensar: “claro, pero lo difícil es ir al gimnasio cuando no te apetece…” Ese es su secreto. Si sabe que solo está obligado a calentar y después puede irse si quiere, la perspectiva cambia y es mucho más fácil ir. Con este sistema consigue acercarse hacia su meta de hacer ejercicio.
No todos los sistemas son iguales
Se pueden clasificar en dos tipos. De objetivo y proceso.
Por un lado los sistemas de objetivo están creados para conseguir metas, como su propio nombre indica. Son parecidos a los hábitos (aunque no son lo mismo como explicaré más abajo). Persiguen un objetivo concreto, y te acercan a él. Algunos objetivos que se podrían proponer para conseguir estos:
- Hacer ejercicio con frecuencia. Se puede usar el sistema de Scott Adams o uno propio.
- Aprobar exámenes. Por ejemplo, mi sistema para ello consiste en estudiar como máximo 6 horas al día, hacer pomodoros, madrugar para aprovechar la mañana, evitar cualquier interrupción, nunca perder sueño…
- Aprender a tocar el piano. En este caso, mi método es practicar todos los días media hora al día, intentando concentrarme lo máximo posible y tocar lo que aún no sé, no lo que se me da bien. Aún tengo que mejorarlo pero es un buen ejemplo.
Por otro lado los sistemas de proceso optimizan acciones que tienes que hacer en tu vida sí o sí. Cuando desarrollas un sistema, consigues hacerlas de una manera más eficiente, consumiendo menos recursos como tiempo, dinero o energía mental. Por ejemplo:
- Preparar comidas. Como es algo imprescindible e inevitable de hacer, un buen sistema optimizaría el tiempo y el dinero que cuesta. Por ejemplo, cocinar grandes cantidades de comida cada vez y luego congelarlas, analizar el precio en diferentes supermercados o buscar recetas que requieran poco tiempo.
- Moverse más. Lo ideal sería caminar un montón de horas al día, pero muchas veces no hay tiempo o energía para hacerlo. El sistema que yo utilizo es obligarme a subir por las escaleras, bajarme una parada antes del transporte público, o ir en bicicleta. Incluso mirar si hay mucha diferencia entre ir andando a un sitio o ir en autobús, y como la mayoría de veces es mínima, ir andando. Así, un trayecto que tengo que hacer de todas formas, invierto un poco más de tiempo en él y a cambio voy andando.
- Escribir. Para escribir, algo que quiero hacer sí o sí, lo hago por la mañana, sin distracciones y en silencio. De esta manera no pierdo el tiempo y estoy más concentrado.
Ambos tipos de sistema no son exclusivos, sino complementarios. Los sistemas de objetivos puedes (y debes) optimizarlos para que sean más eficientes y consuman menos recursos. Los sistemas de procesos suelen estar orientados a conseguir un objetivo, aunque son cosas que ya haces pero quieres mejorar.
Supone un gran cambio empezar a pensar en función de sistemas en vez de metas. Si lo intentas, no habrá resultados inmediatos pero a la larga notarás la diferencia. Los sistemas eliminan muchos de los problemas causados por los objetivos.
Ventajas
La más importante es que al igual que los sistemas sobre los que hablaba la semana pasada, solo tienes que pensar una vez cómo hacer algo. Después solo hay que mejorarlo aplicando el kaizen cómo explicaré en los pasos para crear sistemas. Así consigues desarrollar un sistema cada vez más eficiente.
Por otro lado, si solo piensas en tu meta en vez de en el sistema que te permite alcanzarla te frustras si no sientes que estás avanzando hacia ella y/o si no la alcanzas. Es evidente que el primer problema se soluciona cuando entiendes que cada día es un paso más y todos los días son importante. El segundo, que no la alcances, también acabas entendiendo que no pasa nada. Si has cumplido tu parte (que está dentro de tu círculo de influencia) aunque no hayas llegado a ella y te quedes cerca aun así estás mejor de lo que estabas antes.
Además, con los sistemas cada día es un triunfo. Con los objetivos, hasta que no los consigues no estás satisfecho. En cambio, si piensas con mentalidad de sistema cada día que cumplas con él estarás avanzando. Lo que puede pasar también es que te acerques mucho a tu meta pero no del todo. Objetivamente, deberías celebrarlo porque te has acercado a aquello que querías conseguir, pero lo que acaba pasando la mayoría de las veces es que no estás contento/a.
En conjunto, te ayudan a disfrutar del proceso, algo vital para conseguir las cosas que te propones.
Pero no todo es tan perfecto. Los sistemas también tienen un gran inconveniente.
El problema
No exigirte demasiado. A veces caerás en la trampa de pensar que con un sistema es suficiente y no te esforzarás. Por ejemplo, cuando creé el sistema para aprender a tocar el piano, fue tan simple como obligarme a mi mismo a practicar todos los días. Lo que acabó pasando es que tocaba solo las canciones que ya conozco, en vez de nuevas.
La solución es tan simple como crear el sistema teniendo en cuenta que va a pasar esto, introduciendo medidas para evitarlo. En mi caso, no permitirme tocar canciones conocidas hasta pasados los 20 minutos practicando las que quiero aprender.
Ahora que espero haberte convencido de la importancia de los sistemas te contaré cómo implementarlos.
Manual de instrucciones
Es tan simple como seguir una serie de pasos:
- Analizar qué quieres. Antes de crear un sistema, necesitas preguntarte para qué lo quieres. ¿Hacer ejercicio, ser más amable con otras personas o comer saludable? El objetivo condicionará para qué sirve tu sistema. Hay que tener en cuenta que lo mejor es ir creando los sistemas de uno en uno, para no sobrecargarse. Por eso debes priorizar objetivos.
- Diseñar el sistema. La pregunta imprescindible es “¿cómo puedo hacer que conseguir mi meta sea inevitable?” La respuesta a esta pregunta es tu sistema. Si lo haces inevitable, nunca fallarás.
- Repetir. El siguiente paso es ejecutar tu sistema, una y otra vez durante un tiempo para observar los resultados. No seas impaciente y espera un tiempo antes de avanzar al siguiente paso.
- Analizar. Una vez completado el proceso debes analizar los resultados. ¿Ha sido efectivo el sistema?¿Cómo puedo mejorarlo aplicando el kaizen?¿Sigo teniendo los mismos objetivos?
A partir de aquí es volver al paso 1 otra vez, realimentando el proceso con la nueva información que has obtenido ejecutándolo. Este bucle se repite infinitas veces.
Cómo puedes ver, tanto los sistemas como las metas se complementan. Necesitas ambos. Las metas aportan dirección y sentido y los sistemas velocidad y movimiento hacia ellas.
Quizás al leer esto piensas que los sistemas van a impedir tu libertad. Al fin y al cabo, ¿no es como encerrarse a uno mismo en una jaula, repitiendo siempre las mismas acciones como un robot?
Libertad
Ocurre todo lo contrario. Los sistemas te proporcionan la libertad de conseguir lo que de verdad quieres. Pregúntate qué es más limitante: ¿repetir sistemas creados por ti para conseguir tus objetivos o dejarse llevar por impulsos de lo que te apetece?
Te permiten superar esos instintos naturales instalados en tu cerebro prehistórico (como comer comida basura o perder el tiempo en las redes sociales) y conseguir lo que tu parte consciente de verdad quiere. ¿Acaso no es esto una mayor libertad?
Finalmente queda analizar la relación entre sistemas y hábitos
¿Hábitos o sistemas?
Aunque tienen muchas similitudes, los sistemas son mejores que los hábitos. Previenen algo que no hacen los hábitos: que no te apetezcan. Recuerda que al crear el sistema debes haberte preguntado cómo hacerlo inevitable.
Además, sirven para más cosas que los hábitos (recuerda los de proceso). Son un pack mucho más completo.
Es cierto que la línea entre ambos es delgada. Muchas veces te interesará convertir un sistema en hábito para que sea más fácil ejecutarlo, y ocurrirá sin que te des cuenta.
Conclusiones
En resumen, aplicar sistemas a tu vida va a suponer un antes y un después. ¡Pruébalo! Hasta que no lo hagas, no notarás la diferencia. Cuando lleves un tiempo, notarás ese clic que hace tu cerebro cuando entiende algo.