Crear nuevos hábitos es complicado. Al principio, estamos motivados y todo es fácil, pero poco a poco vamos perdiendo la motivación y abandonándolos. Por suerte, hay una solución: cambiar tu identidad.
Cuando creas un nuevo hábito, lo haces porque quieres algún resultado en particular. Perder peso o ganar kilos de músculo, dormir más horas, mantener el contacto con personas importantes, estudiar más horas, o levantarse por la mañana para trabajar en tu proyecto.
Te preguntas entonces qué hábitos te pueden llevar hacia tu destino. Ir al gimnasio. Preparar comida saludable. Ponerse una alarma para ir a dormir. Llamar a alguien importante una vez por semana. Estudiar 3 horas al día.
El problema, como ya he dicho, es que esto funciona bien al principio, cuando la motivación está alta. Poco a poco la motivación desaparece y te empieza a dar pereza a hacer cosas. Poco a poco lo vas abandonando y al final, sin darte cuenta, has abandonado tu hábito y estás en el mismo sitio que antes.
Por suerte, se puede evitar. ¿Cómo? Cambiando tu identidad.
¿Por qué cambiar tu identidad?
La mayoría de veces pensamos de la siguiente manera. Quiero conseguir algo, luego voy a crear este hábito para lograrlo. Algunos ni se plantean este último apartado, sólo piensan en conseguir resultados sin hacer nada.
El problema es que con esta forma de pensar, te olvidas de tu identidad (el concepto que tienes de ti mismo).
Si tu identidad es la de una persona que no le gusta hacer deporte, y de repente te propones ponerte en forma, puedes “engañarte” a ti mismo a base de fuerza de voluntad y motivación. Probablemente, entrenarás durante un tiempo hasta que te canses y lo dejes.
Si analizas el modo de pensar, se puede afirmar que ha ido en el siguiente orden: primero has pensado en los resultados que querías, luego en las acciones que tendrías que hacer, y probablemente ni te hayas planteado la identidad. En resumen, tus pensamientos han ido en el siguiente orden: resultados, acciones e identidad.
El problema es que hay que ir justo al revés. Debes empezar pensando en la identidad y a partir de ahí todo lo demás vendrá solo.
Si te ves a ti mismo como una persona que le encanta hacer deporte, actuarás como una persona que le encanta el deporte, y obtendrás los resultados de una persona que le encanta hacer deporte ¡casi sin esfuerzo!
Por lo tanto, el problema a la hora de crear nuevos hábitos no es más que conseguir cambiar tu identidad.
¿Cómo cambiar tu identidad?
Para empezar, hay que dejar una cosa clara. Cambiar tu identidad no consiste en repetirte a ti mismo lo mucho que te gusta entrenar mientras odias cada segundo de ello porque no va a funcionar. Tu subconsciente es más listo que eso.
Debes preguntarte: ¿cómo puedo convertirme en el tipo de persona que le encanta entrenar? La mejor manera con la que vas a conseguir convencerte a ti mismo es sencilla: con la acción.
Pero no cualquier tipo de acción. Cuando empezamos queremos los resultados para el momento, y en consecuencia intentamos hacer nuestras acciones lo más grandes posibles para que tengan el mayor impacto.
Subestimamos las pequeñas acciones porque no conducen a resultados, pero sí a otra cosa: cambiar nuestra identidad. Las podemos hacer mucho tiempo y en consecuencia transforman cómo nos vemos a nosotros mismos.
Imagina dos personas que se han propuesto hacer deporte. Una quiere un mejor cuerpo para el verano, mientras que la otra quiere que le guste porque sabe que es importante para su salud.
La primera busca un programa de entrenamiento extenuante y lo hace. Durante dos, tres o cuatro meses se machaca en el gimnasio. Puede que consiga su objetivo de cara al verano (o no), pero está sufriendo y es casi seguro que lo va a dejar después.
En cambio, la otra persona quiere que le guste, por lo que empieza a ir al gimnasio 4 veces por semana y lo único que hace son 3 series de sentadillas con poco peso. De esta manera, no le da pereza ir porque sabe que no se va a cansar, y poco a poco va disfrutando más y más.
Lo importante es que poco a poco su mente subconsciente va viendo que va al gimnasio con regularidad, por lo que se empieza a ver a si mismo como una persona deportista. En consecuencia, a los cinco meses empieza a informarse sobre programas de entrenamiento más serios.
Ahora, imagina ambas personas a largo plazo. Imagina a ambas dentro de un año, de tres, de cinco. ¿Quién es más probable que siga entrenando? La respuesta está clara.
Conclusiones
Como has podido comprobar, cambiar tu identidad es imprescindible para lograr cambios duraderos a largo plazo. Aunque he puesto el ejemplo del deporte porque es fácil de comprender, hay mil ejemplos más con casi cualquier cosa que pretendas cambiar.
Es mucho mejor enfocarse en cambiar tu autoconcepto que en conseguir resultados, para que así los cambios a largo plazo vengan solos.
Si quieres sentirte motivado e inspirado, siéntete libre de ver un vídeo motivacional o escuchar tu canción favorita. A veces un chute de motivación es lo que hace falta.
Pero no estés sorprendido si te quemas una semana después. Tienes que convertirte en el tipo de persona que hace las cosas que quieres hacer, y eso empieza con probar tu identidad a ti mismo.