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Sesgos cognitivos

Juan · Dic 30, 2018 ·

¿Alguna vez te has preguntado cómo ser más listo? En este artículo aprenderás cómo.

Esta es la segunda entrega de hacks para mejorar tu vida. En ella te presento diversas ideas muy poderosas que, aplicadas, tienen el poder para cambiarte el día a día. Si te perdiste la primera parte, sobre los sistemas, puedes leerla aquí.

En el de hoy veremos qué son los sesgos cognitivos. Fallos en el diseño de tu cerebro que crean errores de razonamiento.

Imagina que estás jugando a tu videojuego favorito. Te lo estás pasando como nunca, pero de repente hay una pantalla que se queda bloqueada y no te deja seguir avanzando. Un bug. ¿Qué haces? Esperar a que los desarrolladores lo arreglen. Sabes que no tardarán mucho.

El problema es que tu cerebro también tiene fallos de este tipo. Y lo que es peor aún, no te das cuenta de ellos. Puedes repetirlos una y otra vez sin darte cuenta. Incluso siendo consciente de que existen, a veces no vas a actuar para evitarlos.

Ahora bien, si nuestro cerebro es una máquina tan bien diseñada, por qué existen estos sesgos? La respuesta es simple: para ahorrar energía. Dada una situación, son atajos que llegan a la solución al instante, sin tener que razonar nada. Aunque esto puede parecer una gran ventaja porque piensas más rápido, no lo es. ¿De qué sirve llegar rápido a una conclusión si esta es errónea?

Hay muchos sesgos cognitivos. Si tienes curiosidad, puedes consultar la página de Wikipedia en la que están todos. Hay demasiados, ¿verdad?. Por suerte, no todos tienen la misma importancia. Como en todo, hay algunos que se repiten con frecuencia por lo que son los primeros que debes comprender. Estos son:

  • Falacia del costo hundido
  • Correlación vs causalidad
  • Sesgo del impacto

Falacia del costo hundido

La falacia del costo hundido explica por qué valoramos recursos ya perdidos (tiempo, dinero, energía) aunque ya sean irrecuperables sin importar la decisión que tomemos.

Por ejemplo, imagina que compras una entrada para ir a un concierto. Después, llega el día y no te apetece ir, pero aun así vas porque, al fin y al cabo, ya te has gastado el dinero, ¿verdad?

Aquí tienes la falacia del costo hundido en acción. Tanto si vas al concierto como si no, no vas a recuperar tu dinero, por lo que el hecho de que compraras las entradas no debería afectar tu decisión. Lo único en lo que deberías pensar es si quieres ir.

Este sesgo cuesta entenderlo y actuar para evitarlo. Es uno de los más arraigados en nuestro cerebro y tienes que entrenarte para no sucumbir a él.

Correlación vs causalidad

Muchas veces se confunde la correlación que existe en dos sucesos como causalidad. Es decir, como dos sucesos ocurren a la vez, se asume que uno es la causa del otro.

El verdadero nombre de este sesgo es cum hoc ergo propter hoc (en latín, “con esto, por tanto a causa de esto”).

El funcionamiento de este sesgo es simple: como A y B ocurren juntos (es decir, cuando aumenta A, aumenta B y viceversa) . Este razonamiento es correcto a veces, pero no la mayoría. Puede darse correlación sin que haya causalidad por estos tres motivos:

  1. Hay un tercer factor que crea la correlación entre A y B, y es causa de ambos.
  2. La correlación observada es fruto del azar.
  3. En realidad, A está causada por B.

Para que entiendas el primer motivo, imagina que se quiere averiguar la relación entre el número de ahogamientos y el consumo de helados. Observarás que más helados están relacionados con más ahogamientos. Esto no quiere decir que los helados sean causantes de los ahogamientos. En este caso hay otro tercer factor que no se está teniendo en cuenta como es el calor que hace que aumenten ambos.

También puede darse que la correlación sea fruto del azar. Si no me crees, la página spurious correlations muestra ejemplos de eventos aleatorios que se relacionan entre sí. Como ejemplo, en la foto puedes ver que hay una correlación entre el número de personas ahogadas en piscinas en un año y el número de películas hechas por Nicolas Cage en ese año.

 

¿Deberíamos entonces culpar a Cage de estos ahogamientos? Por supuesto que no. No son más que fruto de la casualidad (no causalidad).

Esta falacia es muy común sobre todo en estudios científicos. Los llamados observacionales solo distinguen entre correlaciones. Después, publican sus descubrimientos a bombo y platillo como grandes hallazgos, y los medios de comunicación se encargan de hacer el resto. Como ejemplo este artículo de El País en el que se afirma que no desayunar aumenta el riesgo de ateroesclerosis. Incluso el propio artículo reconoce al final que los resultados quizás se deba a que no desayunar está asociado a un estilo de vida poco saludable y por eso se observa la relación.

Pero no solo se da en estudios científicos. Muchas veces, en nuestro día a día observamos cosas que ocurren y están relacionadas, y asumimos la causalidad.

Esta falacia la más complicadas de reconocer. A pesar de saber que existe, nuestra mente va a intentar engañarnos.

Sesgo del impacto

El sesgo del impacto enuncia que vamos a sobrestimar la longitud e intensidad de nuestras reacciones emocionales a cambios en nuestras vidas, ya sean buenos o malos.

Por ejemplo, cuando compras un coche nuevo, es genial durante un tiempo, pero al final es el coche que llevas al trabajo.

O quizás te vas de vacaciones y los primeros días son espectaculares, pero al final ya no te parecen tan geniales.

O quizás pensaste que no conseguir ese trabajo sería algo terrible, pero lo habías superado en pocas semanas.

Cuando ocurren cosas que no deseamos, nuestra mente es buena enfrentándose a traumas. Nos adaptamos más rápido de lo anticipado.

Cuando ocurren cosas buenas, nos adaptamos a ellas y pasan a ser lo normal (¿recuerdas la adaptación hedónica?

La mejor manera de combatir este sesgo es pensando en cómo te afectó un hecho similar en el pasado. Si fue negativo, probablemente te recuperaste en poco tiempo. Si fue positivo, también te adaptaste. No pienses que esta vez va a ser diferente.

Conclusiones

Estos 3 sesgos son pocos comparados con todos los que hay, pero son un buen punto de partida. Intenta interiorizarlos y tus decisiones se ajustarán más a la realidad. Poco a poco puedes ir leyendo los demás en la Wikipedia y entender cómo te afectan.

Lo curioso es que a veces vas a reconocerlos en unos ámbitos y no en otros. Por supuesto, nunca serás capaz de evitarlos por completo pero conocerlos es un buen punto de partida.

Estos 3 sesgos son de los más comunes. Aunque hay muchos más, estos son los tres están en el top. Si consigues entenderlos tus decisiones estarán más ajustadas a la realidad.


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