Un tema muy común alrededor de los círculos de desarrollo personal es cómo motivarse para hacer las cosas que necesitamos/queremos hacer. Pero… ¿de verdad necesitas motivación para actuar?
Sí, yo también escribí un artículo sobre motivación resumiendo el libro de Nick Winter y no me arrepiento. Muchas veces estas técnicas son útiles y nos pueden sacar de más de un apuro.
Sin embargo, a veces todo falla. Los trucos, las técnicas, los hacks, no son suficiente. Por el motivo que sea no hacemos lo que tenemos que hacer.
Esto es lo que me ha pasado a mi con el blog. Después de haber estado poco más de 6 meses escribiendo un artículo semanal sin falta, he pasado a escribir uno solo entre las últimas tres semanas. Es así como he entendido una posible solución: convertirse en un profesional.
¿Por qué un profesional?
La respuesta es fácil.
Un profesional no necesita motivación para hacer su trabajo. Si tiene que hacer algo, lo hace y punto. Sin excusas.
Por eso debes cambiar tu identidad y no verte como un aficionado, que hace las cosas cuando le apetece, sino un profesional que hace lo que tiene que hacer.
Al fin y al cabo, el mundo está dirigido por profesionales.
Imagina que te vas a hacer una operación y cuando están a punto de ponerte la anestesia, te dicen que se ha cancelado porque el cirujano no estaba motivado y ha decidido no operar hoy. Tendrás que volver otro día que el cirujano le apetezca.
Suena absurdo, ¿verdad? ¡Es su trabajo! Le apetezca o no tiene que hacerlo, y hacerlo bien. Imagina lo mismo con todos los servicios que te prestan cada día. Imagina que el autobús no llega porque su conductor no estaba motivado para conducir. Vas a comprar pero la tienda está cerrada porque al dueño no le apetecía abrir. Vas a un restaurante pero el camarero no viene a atenderte.
Mientras estos ejemplos parece algo que no ocurriría jamás, no pasa lo mismo con tus proyectos personales. En mi caso, no publicar un artículo porque no me apetece escribir, pero hay mil ejemplos más.
No ir al gimnasio cuando toca. No estudiar para ese examen. No completar esa lección para estudiar. Comer comida que no es saludable. En general, procrastinar en proyectos importantes.
La solución
Como ya he dicho, la solución es verse a uno mismo como un profesional. Actuar cuando toca tanto si apetece como si no. Intentar no depender tanto de las emociones para hacer las cosas.
Como muchas otras, la idea es simple pero no por ello fácil. Requiere cambiar la manera en la que nos vemos a nosotros mismos. Decirle a tu cerebro: ¿no te apetece hacer X? Me da igual, soy un profesional y voy a hacerlo.
Requiere habituarse, pero los resultados merecen la pena.