Desde todos lados se vende que tienes que “encontrar tu pasión” y dedicarte a ella el resto de tus días. Pero… ¿qué pasa si no la encuentras? ¿Qué debes hacer?
Creo que es de gran importancia (más que la búsqueda de la felicidad) tener un propósito de vida. Pero ¿y si no lo tienes?
Buscando por Internet encuentras consejos de todo tipo, desde mediocres a aceptables. Seguro que ya conoces algunos de ellos: conócete a ti mismo, pregúntate qué te encanta hacer, busca aquello que te guste hacer en tu tiempo libre…
Nada de esto me ha convencido. Son consejos bonitos, pero no efectivos.
Frustrado como estaba, mi cabeza hizo clic leyendo a Sebastian Marshall. Él recomienda algo distinto: entrar en modo “adquisición de recursos”.
La solución
Su idea es simple pero poderosa. Asume que llegará algún momento en el que descubrirás lo que quieres hacer. Por tanto lo que debes hacer hasta ese momento es desarrollar habilidades universalmente útiles.
Incluso si al final nunca descubres un gran propósito, tu vida mejorará por poseer estas habilidades. Serás mejor persona y capaz de lograr más cosas.
Esta idea concuerda además con el pensamiento de los estoicos, que dice que debemos centrarnos en aquellas cosas que están en nuestro control. En vez de esperar a que ese propósito aparezca mágicamente (lo cual no podemos controlar), trabajamos cada día por desarrollar nuevas habilidades y aumentar nuestras posibilidades de poder aprovechar las oportunidades. ¡Debes estar preparado cuando llegue el momento!
Lo mejor es que todas estas habilidades también nos van a impulsar en nuestra vida personal.
Estas habilidades son:
- Búsqueda de la excelencia
- Entender tu cerebro
- Cuidar tu salud
- Aprender a comunicar ideas
- Desarrollar un sistema de valores propio
- Entender cómo funciona el dinero
- Aprender a relacionarse con otras personas
- Lograr una mente calmada y en paz
A continuación, analizaré cada uno de las habilidades por separado.
Búsqueda de la excelencia
Si solo te quedas con una habilidad, que sea esta. La sociedad nos empuja hacia la ley del mínimo esfuerzo, pero mínimo esfuerzo implica mínima felicidad.
Es importante intentar hacer todo lo que hagamos lo mejor posible. Incluso si es una tarea que consideramos inferior, debemos dejar nuestro ego de lado y dar lo mejor de nosotros. ¿Por qué?
Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto: es un hábito
Debemos estar acostumbrados a hacerlo siempre lo mejor posible. De esta manera, cuando llegue la oportunidad de hacer lo que queramos, tendremos el hábito de dar siempre lo mejor de nosotros mismos.
Entender tu cerebro
Pensamos que somos animales racionales. Nada más lejos de la realidad. Nuestro cerebro primitivo tiene más influencia de la que creemos.
¿Por qué nos apetece estar tumbados en el sofá comiendo helado más que entrenar, aunque lo segundo sea más beneficioso? Porque nuestro cerebro quiere ahorrar energía.
¿Por qué nos gusta seguir las noticias, aunque nos estrese? Porque nuestro cerebro quiere tener la mayor cantidad de información posible.
¿Por qué nos dan miedo los terroristas, cuando la obesidad mata millones de personas al año? Porque nuestro cerebro se centra en los grandes peligros visibles.
¿Por qué nos da más miedo hablar a una persona desconocida que superar el límite de velocidad en una carretera, a pesar de que lo primero no entraña ningún riesgo? Porque nuestro cerebro esta diseñado para tener miedo al hablar a personas que no conocemos, pero no asocia la peligrosidad de ir más rápido con miedo real.
Estos y mil ejemplos más son una muestra de que nuestro cerebro no está adaptado a la sociedad actual, sino a la vida en el Paleolítico.
Conocer estos fallos en el diseño nos ayudará a ser más conscientes de cuándo estamos cayendo en ellos, y quizás nos ayude a evitarlos.
Otro aspecto importante son los sesgos cognitivos, en los que caeremos constantemente si no los conocemos.
El primer paso para controlar nuestro cerebro es entenderlo, y de esta manera podremos ponerlo al servicio de las cosas que de verdad queremos (trabajar duro, paz mental y cuidar nuestra salud).
Cuidar nuestra salud
Aprender a cultivar nuestro estado de salud es una habilidad que va a reportar beneficios el resto de nuestra vida. Aprender a mejorar nutrición, ejercicio y descanso, y cómo implementarlo en nuestra vida es indispensable.
Tendrás más energía, envejecerás menos, serás más atractivo/a, podrás concentrarte mejor…
Los beneficios de cuidar la salud son innumerables. Los antiguos ya intuían esta idea.
Mens sana in corpore sano
Aprender a comunicar ideas
Comunicarse es mucho más que saber mantener una conversación. Implica poder transmitir ideas de forma clara, concisa y eficaz. Dentro de esta categoría se enmarcan muchas posibles habilidades.
Aprender a vender, escribir, hablar en público, despertar emociones para acompañar nuestro mensaje, negociar, lenguaje no verbal… Incluso escuchar también es importante para poder comunicarnos mejor.
Cualquiera que sea tu propósito, vas a necesitar comunicar.
Desarrollar un sistema de valores propio
Sin darnos cuenta, la sociedad transmite una serie de valores que están instalados en nosotros.
Ver las noticias está bien, es aceptable comprar un montón de cosas innecesarias, trabajar es aburrido, el hedonismo está bien, hacer deporte es un esfuerzo innecesario, comer porquerías está bien, ir en bicicleta es de pobres/ hippies, tener mucho dinero es malo…
Son innumerables. Lo peor es que no nos damos cuenta de todas estas creencias inconscientes que están en cada uno de nosotros, y por tanto no hacemos nada para eliminarlas.
Darse cuenta de que están ahí es el primer paso. Después debemos sustituirlos por nuestros propios valores, aquellos que juzguemos correctos y que nos harán mejores personas.
Para esto, podemos buscar en libros o personas a las que admiremos (¡o en este blog!), sin olvidarnos de hacerlo con ojo crítico. Aquellos que nos parezcan correctos podemos incorporarlos como si fueran nuestros.
Otra ventaja añadida de tener principios es que costará menos tomar decisiones. Si tienes la opción de decidir algo, será más sencillo teniendo unos principios que sirvan de compás. Si no tendrás que estar sopesando pros y contras de cada una de tus opciones.
Entender cómo funciona el dinero
Tengo un artículo pendiente sobre este tema, pero intentaré hacer un resumen.
Por mucho que haya gente que diga que el dinero no es importante, sí que lo es. Si no lo fuera, no pasaríamos gran parte de nuestra vida trabajando para conseguirlo.
Aprender que gastarse más no aumenta nuestra felicidad, el verdadero coste de un coche, la importancia de invertir, por qué algunos trabajos pagan más que otros, por qué alquilar es a veces mejor que comprar, por qué a veces ahorras más comprando objetos más caros…
Son solo algunos ejemplos. Al igual que en la habilidad anterior, la mayor parte de nuestras ideas han sido instaladas sin que nos diéramos cuenta. Es nuestro deber trabajar para cambiarlo.
Aprender a relacionarse con otras personas
Esta también es una habilidad que puede reportarnos múltiples beneficios. Vivimos en sociedad, y en consecuencia tenemos que saber relacionarnos con gente de todo tipo. A menudo, otras personas son las que nos van a poder ayudar en nuestros objetivos.
Aprender sencillos principios es indispensable. Para empezar, el clásico “Cómo ganar amigos e influir en las personas” es, a pesar de su nefasto título, uno de los mejores recursos sobre el tema.
También dejar de lado la timidez es una poderosa ayuda. ¡Cuántas oportunidades se habrán perdido por miedo a hablar!
En esta línea, tampoco nos podemos olvidar de la importancia de saber relacionarse con el sexo opuesto. Entender que hombres y mujeres somos diferentes en algunos aspectos puede ayudarnos a entender mejor algunas actitudes que desde nuestro punto de vista son irracionales.
Como te habrás dado cuenta, esta habilidad de saber relacionarse con otras personas está estrechamente ligada al saber comunicarse. Ambas constituyen una poderosa sinergia.
Tener una mente calmada y en paz
Ansiedad, ira, nerviosismo, deseo. Son todas emociones que nos proporciona nuestra mente. Si lo permitimos, pueden llegar a controlarnos.
Impiden que pensemos con objetividad, y nos hacen tomar decisiones de las que luego nos arrepentimos.
Es importante dominar estas emociones negativas para que no nos manejen. Una vez más, me referiré al estoicismo para ayudarnos en esta tarea. Técnicas como la visualización negativa o ignorar aquello que no esté bajo nuestro control son de gran ayuda.
La meditación es otra gran herramienta para este propósito.
Conclusiones
Como ves, hay una gran cantidad de opciones. No te sientas abrumado por la lista. Elige la que más te llame la atención y trabaja en ella.
Quizá encontrarás tu propósito o quizás no, pero de cualquier modo debes hacer todo lo que esté en tu mano para alcanzarlo, y esto implica desarrollar estas habilidades universales.