Imagina tu yo del futuro. ¿Cómo es?
Si eres como la mayoría (yo incluido) te imaginas que será una versión mejorada de ti mismo. Más saludable, responsable, disciplinado y feliz.
No hay nada malo en esta manera de pensar. Por supuesto, todos queremos ser mejores y esto es un reflejo de ello. El problema viene cuando dejamos que esta versión ideal de nosotros mismo evite que nos preocupemos por mejorar.
Me explico. Si crees que tu yo del futuro va a ser perfecto, te puedes despreocupar de tu yo del presente. No hace falta que te preocupes por cuidar tus hábitos, ser disciplinado o hacer las tareas importantes. Al fin y al cabo, ya está tu yo del futuro para ocuparse de estas cosas, ¿verdad?
El problema es que pensamos que entre este yo del futuro y tu yo actual solo hay una cosa que los separa: el tiempo. Es cuestión de tiempo que tu yo del presente sufra una transformación y se convierta en la persona que quieres ser.
La idea que quiero transmitir con este artículo es que este pensamiento está mal. La diferencia entre lo que eres y lo que quieres llegar a ser no es el tiempo, sino tus acciones en el presente. Sí, lo que va a cambiar las cosas no es que pase X tiempo para que tú te vuelvas como quieres ser, sino lo que hagas hoy para ello.
La idea es que no le dejes la responsabilidad de cambiar para mejor a esa persona ideal que vas a ser. Asume que no va a llegar a menos que te pongas hoy mismo manos a la obra. Trabaja en ello y los resultados acabarán llegando.
Sí, es cierto que también hace falta tiempo para que estos cambios por los que estás trabajando lleguen. Pero el tiempo no es el factor limitante, sino el trabajo que haces día a día. Poco a poco, todo irá mejorando hasta que un día te des cuenta de que te has convertido en quien querías ser.